Introducción.
El recinto fortificado medieval de Villarroya de la Sierra, formado por las murallas del núcleo poblacional y por dos castillos, es uno de los que han conservado restos más importantes dentro del territorio aragonés. Con este trabajo se pretenden dar a conocer los datos básicos sobre los elementos materiales de la fortificación y las fuentes documentales medievales que proporcionan información sobre ella. Al haber desarrollado la mayor parte de su historia en la Comunidad de Calatayud, casi toda la documentación inédita referente a Villarroya proviene del Archivo de la Corona de Aragón. Hay también algunas referencias a sus fortificaciones en los Anales de Zurita y en alguna de las actas de las Cortes de Aragón.
Algunos elementos de la fortificación han sido objeto de restauración pero no han fructificado los intentos para acceder a los proyectos o memorias correspondientes, que podrían haber ayudado a conocer el estado original de las zonas restauradas. En cualquier caso, se han obtenido a través de varias vías diversas imágenes de dichos elementos antes de ser restaurados, lo cual ha proporcionado datos interesantes de lo enmascarado o lo ya inexistente, aunque persisten dudas. Obviamente, la descripción de los elementos de la fortificación ha atendido a su estado original y no al resultante de las acciones restauradoras. Una de las herramientas más útiles en este sentido, citada abundantemente en el texto, ha sido una fotografía o postal de la primera mitad del siglo XX que ofrece una vista de Villarroya desde el Noreste exhibiendo componentes ya perdidos.
Aparte de algunas citas documentales, la única bibliografía publicada sobre el tema de este artículo está formada por las breves menciones de Guitart y Cabañas en sus síntesis sobre los castillos de Aragón y en una aproximación al Castillo del Rey por mí realizada.
Documentación histórica.
Villarroya quedó incluida en el término de Calatayud según indica su fuero de 1131; luego se integró en la Comunidad de Aldeas de Calatayud (1251-1254) formando parte más adelante de la sesma del Rio de Cañada.
A finales del reinado de Jaime I o inicios del de Pedro III (entre 1275 y 1277),Villarroya de la Sierra es citada en una circular dirigida a los alcaides y concejos responsables de la dirección de los castillos de la frontera aragonesa y valenciana con Castilla. En esa carta, eI rey ordena mejorar la custodia de las fortalezas, aprovisionarlas con armas y alimentos y colocar hombres. Villarroya, como la mayor parte de estas fortalezas, estaba en manos del concejo, y así parece que siguió siendo, dado que no se documentan nunca alcaides. Que Villarroya sea citada indica que su castillo (o castillos) era considerado importante y que se le daba el rango de fortaleza fronteriza.
En una carta de 1304, Jaime II ordenaba al baile de Calatayud pagar al concejo y jurados de Villarroya 100 sueldos jaqueses procedentes de las primicias de Calatayud y sus aldeas para que fueran invertidos en las obras de reparación de las murallas de Villarroya. El documento es de interés pues nos indica que ya antes de 1304 la localidad estaba amurallada (posiblemente ya desde el siglo XIII), siendo la primera referencia directa a las murallas de Villarroya que se ha detectado. Las obras de ese momento no debieron de ser muy importantes, dada la escasa cantidad invertida, y más bien parece que se trate de una reparación más de las que se realizaban de manera periódica.
Ya dentro del contexto de la Guerra de los dos Pedros, en enero y febrero de 1357 la invasión castellana obligó a reorganizar la frontera y trasladar poblaciones; Zurita nos dice que, en ese momento, Villarroya fue uno de los lugares que fue fortificado al igual que Clarés, Malanquilla, Moros y Berdejo, entre otros. De ese momento (enero de 1357) ha conservado un memorial sobre fortificaciones de Calatayud y del Jalón en el cual las órdenes referentes a Villarroya son que los pobladores metan todos sus bienes en los castillos y que, si hubiera un ataque castellano, sea incendiada la población. Estas noticias revelan, por una parte, que Villarroya era un núcleo que poseía fortificaciones importantes dado que no se ordena su abandono como en otros casos; por otra parte, indican que ya existían dos castillos; la orden de abandonar el caserío en caso de ataque y refugiarse en los castillos puede indicar la debilidad del recinto amurallado y la mayor confianza en aquéllos.
En 1358, los vecinos de Villarroya llevaron a cabo una acción militar heroica frente al ejército invasor castellano; éste, que pretendía ocupar la población, fue obligado retroceder pese a sus repetidos intentos, sufriendo importantes daños; el rey concedió a los habitantes de Villarroya la exención total de todo impuesto ordinario o extraordinario durante los dos años siguientes.
Algo más adelante, en junio de 1359, los vecinos de Villarroya solicitaban ayuda al rey a causa del estado de necesidad en que se encontraba la población debido a los ataques castellanos. Se hace referencia a un primer ataque en que vino personalmente el rey de Castilla, que probablemente es aquel al que alude el documento citado de 1358; en ese episodio, los vecinos se refugiaron en los castillos y el ejército castellano prendió fuego al caserío, de modo que la población perdió todos los bienes que no pudo trasladar a las fortalezas. En un segundo momento, situado en mayo de 1359, un ejército castellano se dedicó a arrasar cosechas y árboles. Esto provocó la huida de los pobladores a otros lugares el abandono de los castillos. El rey ordenó al concejo de Calatayud y a los representantes de su Comunidad de aldeas que proveyeran de sueldo y alimentos a los defensores de castillos de Villarroya, pues consideraba su defensa "muyt proveytosa e necessaria”.
Estos documentos revelan, por una parte, que cuando Villarroya fue atacada fue hecho exactamente lo que se había previsto en el memorial de fortificaciones: la gente se refugió en los castillos y se desamparó la población. Por otra parte, confirman la existencia de los dos castillos y la relativa poca importancia del recinto amurallado de la población, dado que desde el principio la defensa prescindió de él y se centró en las dos fortalezas. De hecho, no se cita en absoluto la existencia de la muralla. Además, se resalta la necesidad de que los castillos vuelvan a ser habitados y defendidos y no se hace referencia al núcleo de población.
Dos años después, en agosto de 1361, Pedro IV ordenaba la realización de obras en los castillos de Villarroya además de en otros diez de la zona (Ateca, Moros, Alhama, Torrijo Bijuesca, Manubles, Aniñón, Cubel, Abanto y Monterde). Hay que resaltar que se habla de castillos y fortalezas, no de recintos amurallados. Las obras debieron de ser importantes pues se indica que sean "murados, obrados e enforteçidos de buena argamassa”. Los 50.000 sueldos jaqueses a invertir se pagarían con las primicias y los cuartos de las aldeas, y si esto no bastara las aldeas debían completar la cantidad. Se ordenaba asimismo el aprovisionamiento de los habitantes de las aldeas con armas y su entrenamiento para la defensa. Los hombres debían ser divididos en un grupo de ballesteros y otro de lanceros; en cuatro meses debían tener el equipo militar costeado por ellos mismos; los ballesteros debían tener ballesta, cinto y 100 “passadores” o dardos; los lanceros, “suellas” o buenas “esplateres”, escudo, lanza, dos dardos y protección de la cabeza, consistente en un yelmo, un “sombrero de hierro” o una capellina.
Por los "memoriales de Carbonell" del ACA sabemos que una Villarroya era donada a Juan Fernández de Heredia en alodio en 1361, pero es improbable que se trate de la que aquí se trata debido a las repetidas noticias que indican su pertenencia al rey.
Villarroya caería en poder castellano mientras permanecía sitiada Calatayud, es decir en junio-agosto de 1362.
En junio de 1407, el rey Martín I ordenaba la reparación a conciencia de las fortificaciones de la población y ello se justificaba por el hecho de ser un lugar "insigne" de la frontera porque los castillos y el lugar estaban "en derruición". Se encomendaba la ejecución de las obras al Baile General del Reino, Ramón de Mur, que podía cumplir la orden por sí mismo o por medio de subdelegados, a los cuales se autorizaba a asignar (tachar") salarios. La orden consistía en "obrar e reparar" los castillos de la aldea y en "fer murar e cerrar" dicho lugar con una muralla; más adelante se insistía en la necesidad de hacer reparar y cerrar “plaças, patios e fuentes". Se especificaba que la financiación de la obra dependiera de los vecinos del lugar.
Este documento nos habla de la realización de obras tanto en los castillos (se refiere a los dos pues habla en plural) como en el recinto amurallado. Aunque no se especifica la cantidad a invertir, las obras serían importantes puesto que el documento menciona el pésimo estado en que se encontraban por entonces las fortificaciones del lugar; además, se incluye la mención expresa de "fer murar e cerrar el dito lugar todo al derredor", lo que parece indicar que muralla estaba en muy malas condiciones y había amplias zonas abiertas o mal defendidas Recuérdese que en 1358 la población había sido incendiada, con el daño consiguiente que recibiría la muralla, y que las obras de 1361l estuvieron destinadas a los castillos. La gran magnitud de la obra de 1407 es reforzada también por el empleo de la palabra "obrar"' en vez de "reparar". Todo esto sugiere que la mayor parte de las obras conservadas de la muralla de Villarroya correspondan a este momento, dada su homogeneidad.
Ya en el reinado de Alfonso V en un nuevo contexto de guerra contra Castilla se produjo la conquista de Villarroya y Villalengua por el conde de Medinaceli en marzo de 1452. Según Zurita, Villarroya tenía entonces una buena muralla y dos castillos "en mediana defensa", con buena provisión de armas y de alimentos y mucha munición. Florente Melero, vecino de la aldea, escondió en su casa a algunos hombres del conde subiéndolos luego a los castillos y dejando entrar a las tropas castellanas por la puerta de la muralla existente entre ambos castillos; luego, el conde puso a saco el lugar.
Reunidas las Cortes en Zaragoza, se puso cerco a Villarroya y se envió al Gobernador y al Baile de Aragón a la zona. Los castellanos realizaron importantísimas obras de fortificación en la aldea ya que, cuando el 3 de junio don Juan, rey de Navarra, se presentaba junto a Villarroya, ésta estaba puesta "en muy buena defensa de cavas y muros, y teníanle muy fortalecido". La fortaleza de las murallas era tal que, "viendo que no se podía cobrar sin máchinas y sin ballestería", solicitó que se le "enviasen quinientos ballesteros y mil gastadores para el ejercicio de minas y cavas, y se proveyese de dinero para ciertas máchinas de Calatayud de algunas lombardas". Tras la firma de una concordia en Valladolid (1453) Villarroya fue devuelta a Aragón el 26 de enero de 1454.
Descripción formal y material.
El núcleo urbano de la Villarroya medieval tiene forma alargada en sentido NO-SE. La zona septentrional es la que ha conservado los restos esenciales de la muralla (coincide en gran parte con la C/Extramuros) y donde se ubican los dos castillos, mientras que la parte meridional la ha perdido (salvo restos ocultos por las casas) al haber sido objeto de mayor desarrollo urbano; en esta zona, la muralla iba desde el extremo oriental de la C/Extramuros y Plaza del Frontón, recorriendo toda la C/Gasca hasta torcer hacia el Norte por el extremo occidental de C/Extramuros. Se conservan dos puertas, una en el extremo Noroeste y otra en el Noreste, pero existieron otras en la zona entre los dos castillos (C/Virgen de la Sierra) y probablemente en la Plaza del Frontón y la Plaza Mayor. Los elementos conservados del recinto han recibido una denominación (figuran en el plano adjunto) y son descritos a continuación.
- Muro 1.
Parte de la Puerta de Sumo Aldea hacia el Sur y consta de un recorrido de unos 15 m., en bajada. El lienzo se encuentra emparedado dentro de las casas de esa zona de la calle Extramuros, de modo que sólo son visibles los merlones en algunos tramos. En concreto, en el número 51 se puede ver, desde dicha calle, el cierre meridional de la muralla, con dos merlones. Hasta un total de 8 son visibles por la zona trasera, desde C/ Real Alta. Dichos merlones y el parapeto en que se asientan son en todo semejantes a lo que vemos en el muro 3: se trata de merlones cuadrados de hormigón de argamasa de cal con relleno de cantos; los cuatro pequeños mechinales circulares para las agujas de encofrado son claramente visibles en alguno de ellos; el parapeto es de la misma fábrica y en su base sólo son visibles mechinales circulares grandes (de unos 15 cm. de diámetro) que parecen equivaler a los del muro 3 en idéntica posición. Se ve la típica alternancia de saeteras entre merlón y parapeto. Por debajo, el muro en sí parece del mismo sistema constructivo que en los muros 2, 3 y 4, a los cuales remito.
- Torre 1. (Puerta Sumo Aldea).
Se trata de una torre-puerta con una altura total de unos 11,6 m., que originalmente fue de unos 12,6, según se deduce de una fotografía que muestra los merlones, hoy perdidos. La planta es rectangular (cada esquina se orienta a un punto cardinal; la fachada de entrada, hacia el Noroeste), de 8,2 m. de ancho y 7,4 de profundidad. Está configurada por dos gruesos muros de unos 2,2 m. de grosor que dejan entre sí el pasadizo de entrada, de 3,75 m. de ancho; el acceso se realiza por un gran arco exterior de ladrillo, apuntado, con la misma anchura y 4,5 m. de altura; al fondo se encuentra la auténtica puerta, más pequeña (2,3 m. de luz por 3,10 de altura), también de ladrillo y en arco apuntado; le sucede una bóveda de arco escarzano que cobija el dintel de madera en el que girarían las hojas; el muro tiene un espesor de 1,61 m. A mitad del pasaje central hay otro arco apuntado de ladrillo, de 5,74 m. de altura de su misma anchura, sobre el que hay un muro hasta el nivel del parapeto superior.
De los merlones se conserva parcialmente uno; una fotografía antigua muestra que eran de mampuesto (o quizá tapia), como todo el parapeto, de coronamiento plano, y tenían saeteras alternantes; en la fachada exterior había cinco.
Los sistemas constructivos son variados: si miramos la torre desde el exterior, el muro izquierda y el del fondo se hicieron con tapias, posiblemente de tierra calicostrada salvo zonas de la parte baja (con sillarejo, mampuesto y ladrillo) y superior (mampostería); en el muro del fondo, se ve cómo las alturas de tapias son de algo más de 1 m. y los mechinales tienen cobijas de ladrillo; el muro lateral de la derecha parece de mampostería y sillarejo, combinados en la esquina oriental con sillares. El muro frontal, entre los dos muros laterales, es obra de tapia de argamasa de cal con mucha piedra irregular, con unidades de 1,15-1,20 m. de altura y mechinales protegidos por tejas. Los arcos son todos de ladrillo.
La puerta constituye un ejemplar único en Aragón; es interesante y al mismo tiempo extraño, dado que el arco externo no muestra indicios de haber poseído dispositivos de cierre para hojas de madera ni tampoco se aprecian vestigios de la existencia de rastrillo, que en esta zona se muestra en otros ejemplares como en la puerta de la muralla de Maluenda puede aventurar una doble posibilidad: pudo existir un rastrillo no alojado en una ranura intramural sino guiado por otros dispositivos en paralelo al muro; también se pudo dejar e arco externo abierto y utilizar el pasaje interno como ámbito de hostigamiento al enemigo desde un piso alto o desde el adarve.
- Muro 2.
Une las torres 1 y 2. Es el lienzo de muralla más largo conservado en todo el recinto con una longitud de unos 41 m. casi por completo en línea recta; asciende en cotas en sentido Oeste-Este, habiendo una diferencia de unos 4,95 m. de altura entre un extremo otro. Entronca con la torre 1 en un ángulo de unos 37 grados al interior aunque al exterior un pequeño tramo de casi 1 m. los une en ángulo recto. El espesor debe de ser semejante al del muro 4, es decir, alrededor de 1,8 m.
Pese a la restauración, se pueden discernir bien los elementos originales gracias a fotografías antiguas y a que afortunadamente el muro 3 se ha conservado sin restaurar y es semejante en lo constructivo al 2. Ambos muros son de tapias de tierra calicostradas, es decir, con costra interna y externa de argamasa de cal, pero el parapeto superior y las almenas se hicieron con otra fábrica encofrada formada por un hormigón de argamasa de cal mezclado con abundantes cantos.
La obra calicostrada tiene seis hileras de tapias (sus alturas oscilan entre 1 y 1,10 m. aunque las hay más altas y más bajas) que asientan sobre una base de mampostería con argamasa de cal; sus mechinales eran grandes e irregulares y tenían ladrillos por cobija aunque en el muro 3 también se utilizan piedras.
La obra superior de hormigón abarcaba en ambos lienzos los 35-40 cm. superiores del muro, así como el parapeto (de 1 m. de alto) y las almenas (con unos 0,9 m. de alto y 1 de ancho); en general, parece que los mechinales del encofrado son pequeñios y circulares (cada almena poseía uno en cada ángulo y también subrayan el parapeto, como se ve en el muro 3), pero existen justo en la parte inferior de esta fábrica otros mechinales aplanados protegidos por teja, que pudieron servir para los encofrados de la zona superior del muro, por debajo del parapeto; otra posibilidad es que sean desagües; existe en esta fábrica otra hilera de mechinales, circulares y grandes, que atraviesan el extremo inferior del parapeto: una posibilidad es que fueran desagües y otra que sirvieran para insertar cadalsos desmontables esta última hipótesis choca con el hecho de que los cadalsos, como ocurre en Arándiga, suelen insertar sus vigas en el espesor del muro y no del parapeto, para facilitar el anclaje, aunque en casos de obras de sillería, como Sádaba y Carcassonne, sí aparecen en el parapeto.
El muro 2 conserva sólo dos almenas originales con su parapeto, que son las que están pegadas a la torre 2. Las demás están reconstruidas pero se han colocado al nivel que tenía el parapeto, de modo que éste ha sido omitido. Por tanto, si actualmente el muro presenta en su extremo Oeste una altura total (incluidas almenas) de 10,13 m., originalmente debió de ser de 11,13. Por el contrario, en el extremo Este la altura actual es la correcta: 9 m Obviamente, es dificil saber si el muro continuaba más hacia abajo pues el foso está colmatado o si ésta es la altura original completa.
- Torre 2.
Se trata de una torre de flanqueo inserta entre los muros 2 y 3 de forma oblicua. Sobresale hacia fuera unos 4,2 m. respecto al muro 2 y unos 3,2 respecto al 3; también sobresale hacia el interior, al menos 1,8 m.; por tanto, es en planta un rectángulo de unos 7 de longitud, mientras que los lados cortos tienen 5,6 m. Aunque el lado oriental, que está oculto, alcanza una altura de 10,2 m., los lados visibles muestran al exterior 8,9 m. Una fotografía antigua revela que todavía subía al menos 1 m. más.
La base, que muestra una notable inclinación, es de piedra hasta unos 3 m. pero sólo sus últimos 1,3 m. son de sillería. Por debajo hay sillares pero predomina una especie de mampostería. Los sillares presentan alturas entre los 25 y 40 cm. y longitudes entre 45 y 60, aunque los hay menores y mayores (incluso de 90 cm.); la disposición es muy irregular y no se guarda la uniformidad de altura en las hiladas. La talla, aunque algo tosca, no es mala lo más destacable es el marcado almohadillado que presentan casi todos los sillares.
Por encima, toda la obra es de tapia de tierra con costra de argamasa de cal (calicostrada y probablemente fue totalmente maciza excepto quizá la zona desde el suelo del adarve. Las tapias tienen alturas entre 0,85 y 1,17 m. y los mechinales también aparecen cobijados por ladrillos.
- Muro 3.
Este muro, también con orientación Este-Oeste, enlaza con la torre 2 en ángulo agudo y tiene una longitud de unos 15,4 m. La altura alcanzada sobre el suelo actual es de unos 10,25 m. al Oeste y 8,75 al Este, dado que el terreno va subiendo en ese sentido.
La parte situada junto a la torre, con una longitud de unos 6,6 m., está totalmente oculta por una casa pero se puede ver por detrás y conserva incluso el parapeto con tres almenas.
El tramo de más al Este (de 8,6 m. de longitud), aunque presenta su parte baja oculta, muestra en perfecta conservación y sin restaurar las tres hiladas superiores de tapias del muro y todo el parapeto con almenas, constituye sin duda la zona de toda la fortificación que mejor ha conservado el remate superior.
Por lo demás, ya se han comentado sus características constructivas al hablar del muro 2 (al que remito), que era semejante antes de ser restaurado: tapias de tierra calicostradas (con algo más de 1 m. de altura) formando el muro (aquí las cobijas de ladrillo alternan con las de piedra); por encima, parte superior del muro, parapeto y almenas con el conjunto de mechinales citados para el muro 2. Las medidas para éste citadas valen para el muro 3. En éste se puede determinar una anchura de muro de 1,8 m. y grosor de parapeto de 0,55. Aquí se observa muy bien la alternancia de las saeteras entre las almenas y el parapeto; al interior forman un pequeño nicho abocinado con cierre superior redondeado. Las características del parapeto y almenas son semejantes a las que presenta el muro 1 también.
- Muro 4.
Se trata de un fragmento de lienzo situado entre la zona antes estudiada y el Castillo de la reina. Tiene una longitud de aproximadamente 5,7 m.; su anchura es de 1,80 m. Conserva una base de mampostería y tres hileras superpuestas de tapias de tierra calicostradas, lo que suma una altura de unos 5 metros. Afortunadamente, está sin restaurar y muestra los mechinales originales, que son cuadrangulares y poseen cobijas de ladrillo. La técnica constructiva es en todo similar a la de los muros 2 y 3.
- Castillo de la Reina.
A la espera de la publicación de los datos de la excavación realizada hace unos años incluye aquí una descripción formal sucinta. El recinto se caracteriza por su neta irregularidad, al adaptarse a una pequeña plataforma rocosa. Consta de una serie de muros que se van articulando en ángulos variados. Rasgos peculiares son la ausencia de elementos de flanqueo y la presencia de marcados taludes de mampostería en casi todo su perímetro.
A juzgar por los restos conservados, la totalidad del perímetro de la fortaleza debió de rodearse de fuertes muros de tapias de tierra calicostradas. Estas se han conservado tan sólo en dos zonas: en el ángulo Noroeste permanece un lienzo de 8 m. de longitud y unos 6 de altura, articulado con otro de 3,1 m. de largo en ángulo obtuso; en el ángulo Sur, un muro de casi 11 m. de longitud se une en ángulo recto a otro, también de tapia, de unos 7 m. Aunque éste último presenta un grosor de más de 2 m., los otros lo tienen entre 1,1 y 1,2 m. Las tapias tienen alturas de en torno a 1 m. y las cobijas de los mechinales son normalmente de piedra. La costra no ha permanecido al interior.
La superficie no es amplia. En sentido Norte-Sur debió de tener un máximo de 45 m (actualmente, hay un muro moderno al Norte que achata ese extremo del castillo) y sentido Este-Oeste unos 40,3.
- Torre 3.
Se situaba en un ángulo (marcadamente obtuso) que dibujaba el recinto amurallado en la zona situada entre los dos castillos, lo que le confería una posición destacada en la defensa. En planta dibuja un trapecio irregular, pero teniendo en cuenta que el entronque de la muralla por el Oeste pudo hacerse en la zona meridional de la torre, el muro quedaba flanqueado por ésta, la cual adquiría así una extraña forma pentagonal. La punta externa del pentágono está orientada hacia el Noreste. Los lados externos de la torre tienen todos longitudes diferentes: 3,40 m. (Sureste), 3,65 (Noreste), 4,82 (Noroeste) y aproximadamente 1,70 m. (Suroeste).
La obra es de tapia sobre base de sillería. Ésta permanece a la vista sólo en el lado Noroeste (C/Extramuros); presenta sillares almohadillados con alturas en torno a los 24-30 cm. y longitudes variables, normalmente entre los 50 y 75 cm. En el lado Noreste la base está oculta, mientras que en el Sureste la parte inferior muestra un potente talud moderno de sillares de hormigón que sin duda sigue la pendiente del talud original, en parte visible en la fotografía antigua citada más arriba.
La obra de tapia, que llegaba desde la citada base hasta las almenas, constaba de tapias de tierra calicostradas. Tienen alturas entre 1 y 1,10 m. y los mechinales de encofrado son grandes y con cobijas, que suelen ser de ladrillo aunque las hay de piedra. Uno de los ángulos está roto y muestra la torre desventrada exhibiendo su relleno de tierra y revelando que era totalmente maciza, al menos a este nivel.
La presencia del potente talud en el lado Sureste obedecía al hecho de que en esa zona el nivel del suelo bajaba, mientras que al Norte, en la actual C/Extramuros, era más alto Si sumamos la altura de la base de talud y zona de muro de hormigón moderno (4,57 m.) y la de la construcción original visible (5,16), lo conservado de la torre reúne una altura de 9,73 m. Pero la fotografia antigua conservada revela que todavía se prolongaba hacia arriba unos 5 m. más, de modo que tuvo al menos una altura de 15 m.
- Muro 5.
Es un largo lienzo que unía la torre 3 con el Castillo del Rey. Era interrumpido por una puerta, no conservada, que se ubicaría en la actual C/ Virgen de la Sierra, y que sería el portal por donde entró el ejército castellano en 1452. El muro va en sentido descendente desde la torre a dicha calle y desde ahí vuelve a ascender hasta el castillo. Al estar embutido entre las casas del pueblo, es difícil determinar sus rasgos constructivos. Tan sólo es bien visible en la zona de su entronque con la torre 3: es de tapias de tierra calicostradas presenta un grosor de unos 2,10 m.
- Castillo del Rey.
Se sitúa en un cerro ovalado ubicado al Este de la población; un recinto interno o superior se ubica en la cima, y otro externo recorre las laderas a un nivel inferior rodeando al primero.
El recinto superior tiene forma de óvalo, con dimensiones máximas de 51 por 24 m. aproximadamente. La fotografía antigua antes citada muestra que estaba formado por una serie de lienzos de tapia articulados entre si y que carecía de elementos de flanqueo; tendría una altura, incluidas almenas terminadas en punta, de al menos 8,9 m. Sólo permanecen tres lienzos unidos en la zona oriental, con la puerta de entrada de sillería en arco apuntado, que suman una longitud de unos 15,18 m., más su prolongación muy perdida hacia el Sur en unos 12; la altura máxima conservada es de unos 4,25 m. y el grosor de 1,50. La técnica constructiva es tapia de tierra calicostrada sobre base de mampostería; a juzgar por las ografias antiguas, los mechinales eran pequeños y carecían de cobijas o éstas eran poco visibles, todo lo cual diferenciaba estos muros de los de la muralla de la población.
En medio del recinto está la gran torre central rectangular, de mampostería probablemente trabada con argamasa de cal pero con cadenas de sillería. Es ligeramente troncopiramidal y tiene en planta baja unas medidas de 11,38 x 8,95 m. y un espesor de muros de 1,45. Su altura total es de 16,88 m. pero ha perdido su distribución interna en plantas, que pudieron ser cinco; la última posee los arranques a ambos lados de un gran arco de ladrillo que debió de tener otro gemelo hoy perdido; ambos arcos sostendrían la techumbre y tejado de la torre. El adarve que corona la construcción posee un parapeto con almenas que, en su estado actual, ofrecen totalmente aspecto moderno; sin embargo, las fotografias previas a la restauración muestran la conservación de casi todas las almenas del lado septentrional que debían de poseer un remate ligeramente abombado o piramidal.
El recinto externo o inferior posee muros de mampostería muy perdidos, de en torno 1 m. de grosor, y tiene unos ejes máximos de 105 x 55 m. Corona los cortados verticales de roca que circundan todo el cerro. La parte Norte y Noreste de este recinto, y el cortado sobre el que se asienta, sobresalen por fuera de la muralla de la aldea, de modo que desempeñan el papel efectivo de muralla en esta zona, donde pudo haber una puerta exterior de la fortaleza, mientras que la interior estaría en el Sur.
- Muro 6. Puerta baja o del muro.
El muro 6 bajaba desde el Castillo del Rey hacia el Este y terminaba en la torre 4. El tramo que permanece es de 8,5 m. y entronca con la torre 4. En él se abre la Puerta Baja o del Muro. La muralla tiene aquí 1,16 m. de grosor y una altura de unos 7,9 m. La citada fotografía antigua muestra este tramo cuando conservaba todavía 5 ó 6 almenas y permite deducir que el adarve era inclinado; dicha inclinación permanece en la zona superior del muro actual, que llega hasta la base del adarve perdido; la altura total, con las almenas seria de unos 9,6 m. La zona donde se abre la puerta es de ladrillo pero por encima la obra es de tapial y, aunque aparece ahora totalmente revestida, las fotografias antiguas indican que la fäbrica sería semejante a la de los muros 1, 2, 3 y 4.
El portal, que se sitúa en la salida de la C/Puerta Añeja en dirección Norte, es de ladrillo posee arco apuntado al exterior con una luz de 2,18 m. y una altura de 3,10 m., la rosca tiene un grosor de unos 50 cm. Al interior, el arco se ensancha hasta una anchura de 2,56 m. y se cubre mediante una bóveda escarzana también de ladrillo; en un dintel de madera se insertaban los quicios de las puertas. Son visibles a ambos lados los orificios para insertar la tranca.
- Torre 4.
Se trata de una torre ubicada justo en el ángulo Noreste del recinto, en que confluían el muro 6 (dirección Noroeste-Sureste) y otro, perdido, que bajaba hacia el Sur. Sobresalía en ambos sentidos, de manera que flanqueaba adecuadamente los dos lienzos, y constituía además un elemento de defensa de la Puerta Baja.
Sólo el lado Este de la torre es totalmente visible, pues de los demás sólo se ve la zona alta sobre los tejados de las casas. Se deduce que la torre tiene planta de forma trapezoidal, con los lados mayores al Este (5,05 m.) y al Oeste; éste sobresale unos 2,5 m. respecto al muro 6. El lado pequeño Norte tiene una longitud de unos 3 m. mientras que el opuesto parece ser de en torno a los 3,6 m.; al no ser visible éste último, se desconoce cuánto sobresalía respecto al muro, aunque la citada fotografía antigua indica que sí realizaba flanqueo.
La torre se asienta en una zona en que el suelo está a diferentes cotas, a lo que se une el hecho de que la altura total de lo conservado difiere en las diversas caras; el lado Oeste está a mayor altura que los otros, pero a su vez su obra se eleva por encima, al tener más o menos dos hileras de tapias más; la base de esta zona de la torre, suponiendo que esté a la altura del suelo del portal, se encontraría a unos 5,3 metros por encima de la cota inferior del lado Este; la altura total conservada en este lado Oeste es de unos 9,29 m., mientras que en el lado Este es de 12,60 m. Desde la cota más baja hasta la más alta conservada existo una diferencia de unos 14,70 metros.
Constructivamente, la torre tiene una zona inferior de piedra que alcanza una altura total de unos 5,88 m. en el lado oriental de la torre. Hasta los 3,16 m. de altura se observa la presencia de sillería (aunque en la mitad inferior está muy perdida) con superficie exterior bien tallada pero con piezas de tamaños irregulares; las alturas suelen oscilar entre 20 y 30 cm., aunque hay una hilada de sólo 10 cm., y las longitudes entre 50 y 80 cm., aunque algunos sillares llegan al metro. Entre los 3,16 y 5,88 m. de altura, salvo en las esquinas la sillería (o mampostería) aparece cubierta con abundante mortero de cal que impide ver su despiece.
Sobre esta zona se asienta la obra de tapia de tierra calicostrada, también maciza al interior. Los mechinales de encofrado son más bien gruesos y con cobijas de ladrillo; la altura normal de las tapias se sitúa entre 1,05 y 1,10 m. Se han conservado seis hileras de tapia completas en el lado oriental, mientras que el lado occidental conserva dos más por encima, que eran las últimas que había por debajo del parapeto. La citada fotografía antigua, que muestra la altura de la torre completa antes de que fuera desmochada, permite deducir que por encima de la última hilera de tapia conservada (lado Oeste) se situaban ya el parapeto y las almenas. Todo era constructivamente igual a lo que se vio en los muros 1, 2, 3 y 4. Se puede deducir una altura original de unos 16,53 m. en el lado oriental y sobre el suelo actual.
- Iglesia Parroquial de San Pedro.
Aunque no responde a la tipología de iglesia fortificada ni posee apenas elementos d fortificación, sin duda este templo poseyó una cierta función defensiva, ya que mole, aunque no alineada con la muralla, era adyacente a ella y se situaba junto a una de sus puertas. El elemento más antiguo es la cabecera rectangular de sillería, que parece ser del siglo XIII.23 La nave mudéjar es del último tercio del siglo XV 24, su único elemento defensivo es un matacán de ladrillo situado bajo la espadaña de la fachada principal; pero su efectividad es anulada por la interposición en la vertical de molduras de ladrillo y del tejado que cobija la portada. Es probable que, en un momento tan tardío, la nueva fábrica del templo se concibiera sin finalidades defensivas, pero la obra del siglo XIII sí que debió de poseerlas; en ese sentido hablaría la gran mole del ábside pétreo recto. El matacán citado puede proceder de alguna reforma anterior a la gran obra de fines del siglo XV.
Conclusiones.
Las fortificaciones conservadas muestran en general una gran unidad constructiva, por empleo masivo de las tapias de tierra calicostradas, que aparecen en los dos castillos y en el recinto, así como por la presencia prácticamente exclusiva de la argamasa de cal. A pesar de todo, se pueden establecer diferencias formales. Lo drástico de las reformas realizada en 1407, que supusieron "murar e cerrar" de nuevo la población, lleva a ese momento la mayor parte de los restos conservados de la muralla, que son notablemente homogéneos y muestran un tipo muy característico de tapia: de ese momento serían los muros 1, 2,3 4, 6, torres 2, 3 y 4; posiblemente también el muro 5; lo son sin duda los muros Noreste Sureste de la torre 1; los muros Noroeste y Suroeste de dicha torre (incluido el arco frontal), aun con diferente sistema constructivo, serían coetáneos o posteriores, ya que parecen apoyar en la obra de tapia y recrecerla.
Los recintos de los castillos, aun poseyendo también tapias de tierra calicostradas muestran en éstas ligeras diferencias respecto a las de la muralla. Las órdenes de 1407 suponen también la obra en los castillos, pero sabemos que éstos fueron especialmente obrados en 1361. Tal vez estemos viendo en ellos las obras de ese momento. Obsérvese que, en cualquier caso, podemos incluir todas las tapias calicostradas de Villarroya en el período 1350-1420, horizonte al que propongo la pertenencia posible de tapias semejantes de los castillos o murallas de Ariza, Báguena, Langa, Morés, Santed, Torrijo de la Cañada Tobed, Ojos Negros, Pozuel del Campo, Almonacid de la Sierra y Moyuela.
Hay que preguntarse por elementos anteriores a esta etapa. La gran torre del Castillo del Rey podría ser de los siglos XIII-XIV. La base de sillería de las torres del recinto, en parte almohadillada, podría ser también anterior, pero no existe ninguna certeza; no parece musulmana, y los escasos almohadillados cristianos de la castellología aragonesa llevana épocas tardías: esto valdría para la muralla de Alcañiz; también para la torre de Grañén y los castillos de Novales y Castejón de Monegros, con almohadillados que Castán data en los siglos XV-XVI. Por tanto, parece que esa sillería es en Villarroya coetánea de la obra de tapia.
Fuente: Álvaro Cantos Carnicer - Centro de estudios Bilbilitanos. Institución "Fernando el Católico".