Sin que se haya realizado en el término municipal una prospección sistemática arqueológico-histórica, los vestigios más antiguos corresponden a época celtíbera, los celtas asentados en tierras de Iberia o sistema Ibérico, encuadrándose dentro de la tribu de los Lusones, con capital en la Bílbilis prerromana, más pacíficos que sus vecinos Belos de Segeda (Belmonte-Mara) y Arévacos Numantinos, arrasadas estas dos por los ejércitos romanos en el siglo II a. de C.
La comunicación más directa entre estas antiguas ciudades lo es siguiendo el valle del río Ribota, de discurso topográficamente cómodo, y con restos arqueológicos que lo atestiguan, así como de época romana: como la villa, cementerio y alfar en el paraje “la Venta-Horcajo” de la propia Villarroya, activo desde el 50 d.C. hasta el siglo IV en la producción de terra sigillata abasteciendo toda la zona de influencia, principalmente a Bílbilis, por lo que su vida fue paralela a la de esta ciudad; o el puente-acueducto de la vecina Cervera de la Cañada, que tiene continuidad aguas arriba hasta el “Estanque” (gran balsa manantial), resolviendo los pasos sobre los barrancos que precisa cruzar mediante grandes arcos de piedra sillar, sospechosamente romanos, por lo que no es descabellado que su origen sea de aquella época y que pudiera servir, de abastecimiento a la propia Bílbilis.
Con esto, cabe pensar que la zona estuvo poblada desde antiguo, sujeta a los sucesivos avatares históricos, decayendo desde el siglo III hasta la invasión musulmana del S. VIII.